Noticia ayer y hoy, hacia el final del bloque internacional del telediario:
En Tailandia los opositores políticos del gobierno protestan extrayéndose sangre y lanzándola ante las sedes gubernamentales.
Es una imagen profundamente contemporánea, una muestra del zeitgeist de nuestros días. Primero una donación multitudinaria de sangre, clínicamente recogida con jeringuillas y viales de plástico. Luego todos esos viales ¿10.000? ¿100.000?, toda esa sangre, más de 1.000 litros, vertida y mezclada dentro de garrafas de plástico para arrojarla ante las sedes del gobierno. ¿Cómo deben oler las calles tras las protestas?
Por un lado es un ejercicio de resistencia civil, por otro un ritual ancestral de sacrificio, de ofrenda de la propia sangre para conseguir un ruego. Individuos que se dejan extraer higiénciamente 10 cc de sangre para horas después verlos convertidos en una mancha sangrante sobre los palacios de gobierno.
Ignoro sí hay precedentes de acciones de protesta similares. Quiero decir, dónde la sangre de los manifestantes sea el elemento principal pero sin dejar de ser un símbolo, sin ser la trágica consecuencia de una herida o un disparo.
Sí hay ideas similares en el vasto y salvaje territorio del arte contemporáneo. “Bloodbath”, del artista Billy X.Curmano, era una acción artística destinada a llamar la atención sobre la violencia global. La performance se escenificaba un día de San Valentin, con Curmano vestido de blanco y sentado junto a un globo terráqueo. La premisa era que su sangre sería vertida como sacrificio para calmar el sufriemiento y la muerte en la tierra pero que no habría mutilación ni dolor físico en el acto. Así que una infermera extraía pacientemente 12 viales de sangre al artista al ritmo de unos tambores. Luego Curmano destapaba vial a vial con los dientes y derramaba la sangre sobre el globo mientras una voz en off recordaba la lista de países en conflicto.
Otro ejemplo es el del performer francés Michael Journiac que elaboraba puddings y salsichas con su propia sangre y los ofrecía al público para que los consumieran. Obstinados en la provocación hay quiénes incluso han usado sangre infectada con VIH como material para sus acciones.
Pero en cualquier caso estas acciones artísticas, estas performance, son escenificaciones, representaciones, alegorías del ritual, del sacrificio, de la ofrenda. Són 100% simbólicas. Tanto el lugar dónde ocurren -la galería o sala de arte- cómo sus actores, como sus receptores -el público del evento- són símbolos, están ahí en representación de otros conceptos (los conflictos armados, la redención y el resto del mundo, en el caso de Curmano).
Las fotos son de: AP Photo/Sakchai Lalit (primera y tercera) y AP Photo/Wason Wanichakorn.
La información sobre el uso de la sangre en el arte contemporáneo en este artículo.
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